Por Irvin Dongo Escalante*
El avance en la robótica social demanda nuevas interacciones dinámicas, donde los robots adaptan su comportamiento a partir de estímulos recibidos de su entorno. Una interacción dinámica es aquella donde el receptor, es decir, el robot, no solo se limita a captar la información y mostrar resultados a partir de pantallas o voz, sino que puede, además, realizar una serie de movimientos corporales que van relacionados a la respuesta. El objetivo es lograr una interacción similar a la de los seres humanos.
Los robots sociales poseen diferentes tipos de mecanismos que les dan la capacidad de obtener información de su entorno, como son las cámaras RGB o de profundidad, los micrófonos, los sensores de proximidad, entre otros. Sin embargo, a diferencia de los humanos, la capacidad de procesamiento de los robots es limitada, lo que dificulta la interacción y lleva a los investigadores a explorar y proponer nuevas soluciones.
El reconocimiento de emociones es un campo ampliamente estudiado en el ámbito de la robótica, donde manifestaciones como la alegría, la sorpresa, la tristeza, la ira y la impavidez humanas han sido materia de investigación, de cara a comprender cómo pueden impactar en las interacciones de los robots con las personas.
El desarrollo tecnológico ha permitido que estas emociones puedan ser percibidas a través de las cámaras del robot, al analizar el rostro y los movimientos de la persona con la que se interactúa. Además de ello, se puede captar el contexto y otros factores, como la voz y los sonidos. Gracias a la inteligencia artificial, este campo se ha desarrollado a pasos acelerados, donde los resultados obtenidos del reconocimiento en términos de precisión van constantemente mejorando a través de la propuesta de nuevos modelos.
El reconocimiento de emociones, aplicado a los robots sociales, permite al robot adoptar una conducta que vaya acorde a la situación detectada y, por ende, mejorar la interacción dinámica. Por ejemplo, el robot puede brindar mensajes positivos cuando detecte emociones de tristeza, o cambiar sus movimientos si va detectando un cambio de emociones durante la interacción.
El aporte del reconocimiento de emociones incluso puede llegar a mejorar la distribución de los objetos en el ambiente físico donde se encuentran. La aplicabilidad es muy diversa y la información recopilada puede ser usada en eventos posteriores para seguir mejorando los procesos.
La interacción dinámica humano-robot, es el siguiente paso de una interacción más humana, para una adopción más sencilla de la tecnología al servicio de la sociedad. Por supuesto, las emociones seguirán siendo patrimonio de las personas, pero la posibilidad de diseñar tecnología que integre en sus interacciones una dimensión tan importante como el mundo afectivo servirá para que el mundo tecnológico se plasme de un modo más humano.