La confusión entre estos trastornos del neurodesarrollo puede llevar a diagnósticos tardíos o erróneos, limitando el acceso a intervenciones adecuadas en etapas cruciales del desarrollo infantil.
En un mundo donde la desinformación abunda y los mitos sobre los trastornos del neurodesarrollo persisten, es común que padres, docentes y cuidadores tengan dificultades para diferenciar entre el Trastorno del Espectro Autista (TEA) y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Esta confusión no solo retrasa el acceso a un diagnóstico preciso, sino que también puede afectar el bienestar de los niños al impedir que reciban el apoyo adecuado.
La médico psiquiatra Giovany Rivera Ramírez, de la Universidad Norbert Wiener, destaca que la falta de información y la tendencia a etiquetar ciertos comportamientos como «falta de disciplina» dificultan la comprensión de estas condiciones. “Lo diferente no tiene por qué ser considerado malo. Las personas con estos diagnósticos pueden enfrentar dificultades de integración y aceptación social; sin embargo, los padres o cuidadores deben enfocarse en potenciar sus habilidades y destrezas, motivarlos constantemente y buscar estrategias para adaptar el entorno a sus necesidades”, explica la especialista.
¿En qué se diferencian el TEA y el TDAH?
Cada una de estas condiciones presenta características específicas que pueden ayudar a diferenciarlas:
- Trastorno del Espectro Autista (TEA): El TEA se manifiesta principalmente en dificultades en la interacción social, retos en la comprensión del lenguaje coloquial y patrones de comportamiento repetitivos. Estos rasgos pueden hacerse más evidentes durante la infancia temprana y, en algunos casos, intensificarse en la adolescencia. Cabe destacar que el término “Síndrome de Asperger” ha sido eliminado como diagnóstico independiente y ahora se considera parte del espectro autista.
- Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): El TDAH se caracteriza por la dificultad para mantener la atención, impulsividad y, en algunos casos, hiperactividad. A diferencia del TEA, este trastorno no implica problemas fundamentales en la comunicación o en la comprensión social. Los niños con TDAH pueden ser sociables y desear interactuar, pero su impulsividad y falta de atención pueden dificultar sus relaciones interpersonales y su desempeño escolar.
Diferencias clave entre TEA y TDAH
Para comprender mejor estas condiciones, es útil identificar algunas diferencias esenciales:
✅ Interacción social: Los niños con TEA pueden mostrar desinterés o dificultades significativas en las interacciones sociales, mientras que los niños con TDAH suelen querer socializar, pero su impulsividad puede interferir en la dinámica con los demás.
✅ Lenguaje y comunicación: Los niños con TEA pueden tener dificultades para comprender el lenguaje figurado y suelen interpretar las expresiones de manera literal. En contraste, los niños con TDAH no presentan estos problemas en la comprensión del lenguaje, aunque pueden interrumpir conversaciones debido a su impulsividad.
✅ Comportamientos repetitivos: Es común que los niños con TEA presenten intereses restringidos y comportamientos repetitivos, como movimientos específicos o la insistencia en rutinas. Estas características no son típicas del TDAH.
El impacto de un diagnóstico temprano
De acuerdo con la evidencia científica, existe un componente hereditario significativo en ambas condiciones. En el caso del TEA, la predisposición genética se estima en un 10-25%, mientras que en el TDAH la probabilidad alcanza el 40-60%. Sin embargo, recibir un diagnóstico temprano y un plan de intervención adecuado puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida de los niños y sus familias.
“Es fundamental que los padres y educadores se informen y busquen orientación profesional cuando sospechen que un niño puede tener alguna de estas condiciones. Un diagnóstico preciso permite desarrollar estrategias de apoyo personalizadas que ayuden a potenciar sus fortalezas y mejorar su adaptación social”, enfatiza Giovany Rivera Ramírez.
Un enfoque basado en la comprensión y el apoyo
Más allá del diagnóstico, es clave que los padres, cuidadores y docentes adopten una actitud de comprensión y apoyo. En lugar de recurrir a castigos, se recomienda utilizar la lógica de las consecuencias naturales y estrategias que fomenten el desarrollo de habilidades sociales y académicas.
El acceso a información confiable y el acompañamiento de profesionales especializados son determinantes para mejorar la calidad de vida de los niños con TEA o TDAH, así como para desmitificar falsas creencias y promover una inclusión efectiva en la sociedad.
*En la creación de este texto se usaron herramientas de inteligencia artificial.