Un nuevo estudio alerta sobre el impacto del calor urbano y la desigualdad ambiental en la capital peruana.

Un estudio publicado recientemente en la revista «Remote Sensing» reveló una alarmante realidad sobre el impacto de la pérdida de áreas verdes en Lima Metropolitana. La investigación, que abarca datos desde 1986 hasta el 2024, muestra una fuerte correlación entre la reducción de cobertura vegetal y el incremento de la temperatura superficial del suelo, un fenómeno que afecta especialmente a los distritos periféricos de la capital.

Utilizando imágenes satelitales y técnicas avanzadas de procesamiento de datos, el equipo de investigadores —entre los que se encuentra Dámaso Ramírez, investigador de la Universidad Científica del Sur— identificó una tendencia preocupante: en promedio, la temperatura superficial del suelo de Lima se ha incrementado en 6,43 °C en las últimas cuatro décadas.

“Hay distritos en donde, de acuerdo a su extensión de áreas verdes, la temperatura del suelo no se ha incrementado tanto en comparación a otros distritos que tienen menos cantidad de áreas verdes. Esto ha evidenciado una desigualdad que va desde lo socioeconómico”, explicó Ramírez.

¿Quiénes se benefician y quiénes pierden?

Según el estudio, distritos como La Molina, San Isidro, San Borja, Miraflores y Santiago de Surco han logrado duplicar o incluso triplicar sus áreas verdes desde 1986. Gracias a ello, el aumento de temperatura ha sido significativamente menor en esas zonas.

Por el contrario, la expansión urbana desordenada ha provocado una reducción de hasta el 75% de las áreas verdes en distritos como Carabayllo, San Martín de Porres y Puente Piedra, que ahora registran algunas de las temperaturas más altas de toda la ciudad.

Los 11 distritos más afectados por la pérdida de áreas verdes y el aumento de temperatura son:

  • Lurín (Chosica)
  • Lurigancho
  • Puente Piedra
  • Carabayllo
  • San Martín de Porres
  • Callao
  • Santa Anita
  • Los Olivos
  • El Agustino
  • Comas
  • Ate

La mayoría de ellos se encuentran en la periferia norte, este y sur de Lima, y enfrentan no solo una mayor exposición al calor, sino también una menor disponibilidad de espacios verdes públicos.

El costo humano del calor urbano

El fenómeno conocido como “isla de calor” es uno de los principales problemas derivados de esta pérdida de áreas verdes. En palabras de Ramírez, “cuando hay muchas construcciones y pocas áreas verdes, la radiación solar queda atrapada, elevando la temperatura en las zonas urbanas. En casas de construcción precaria, como techos de calamina, la temperatura podría superar fácilmente los 32 o 35 °C”.

Este calor extremo tiene efectos directos en la salud física y mental de los ciudadanos. En otras partes del mundo ya se han reportado muertes por golpes de calor, y los especialistas advierten que Lima podría enfrentar un escenario similar si no se toman medidas preventivas.

Además, la falta de espacios verdes afecta el bienestar psicológico de las personas. “Una persona que habita en zonas sin áreas verdes, rodeada solo de cemento, pistas y veredas, experimenta un menor bienestar psicológico en comparación con alguien que vive en un entorno con vegetación”, se señala en el informe.

¿Las áreas verdes pueden salvar a Lima?

La respuesta es sí, pero con matices. El estudio confirma que las áreas verdes contribuyen a bajar la temperatura en su entorno inmediato gracias a procesos como la evapotranspiración y la sombra que proyectan los árboles.

Sin embargo, Dámaso Ramírez advierte que este efecto positivo tiene un límite: “El calentamiento global, el aumento de superficies de concreto y la pérdida de terrenos naturales superan la capacidad de enfriamiento de las áreas verdes urbanas actuales”.

Aun así, los investigadores sostienen que la expansión y protección de espacios verdes debe convertirse en una estrategia prioritaria para la adaptación climática en Lima. Esto es aún más urgente ante la frecuencia creciente de olas de calor en el contexto del cambio climático global.

Propuestas concretas para enfriar la ciudad

Inspirados en ejemplos exitosos como Curitiba (Brasil) o Valencia (España), los autores del estudio proponen una serie de medidas para mejorar la resiliencia térmica de Lima:

  • Que cada ciudadano viva a menos de 300 metros de un área verde.
  • Crear corredores ecológicos interconectados en toda la ciudad.
  • Usar especies vegetales adaptadas al clima desértico limeño, para reducir el consumo de agua.
  • Priorizar la creación de espacios verdes en distritos vulnerables, donde actualmente casi no existen.

El estudio fue desarrollado por un equipo multidisciplinario que incluyó investigadores del Instituto Nacional de Innovación Agraria, la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (Brasil), y la Catholic University of Temuco (Chile), entre otros.

Un llamado a la acción

Este informe no solo revela los efectos de la pérdida de áreas verdes sobre la temperatura urbana, sino que también expone una profunda desigualdad en el acceso al frescor y al bienestar que brindan estos espacios.

Si Lima quiere prepararse para un futuro más cálido y menos habitable, deberá apostar seriamente por la infraestructura verde. La justicia climática en la ciudad empieza por el derecho de todos sus habitantes a disfrutar de un entorno más verde, más fresco y más saludable.

*En la creación de este texto se usaron herramientas de inteligencia artificial.

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