Después de ocho años de intensos tratamientos y múltiples complicaciones, Kathia (12) y Alexandra (10), pacientes del Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja, vencieron la leucemia linfoblástica aguda. Su historia de lucha conmovió a médicos, familias y deportistas que las acompañaron en su emotiva despedida.
En el Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja (INSN San Borja), dos niñas peruanas celebraron el fin de una larga y difícil etapa de sus vidas. Kathia, de 12 años, y Alexandra, de 10, tocaron la campana de la victoria luego de haber superado una leucemia linfoblástica aguda (LLA) tras ocho años de tratamiento intensivo.

El emotivo acto estuvo acompañado por médicos, enfermeras y trabajadores del hospital que fueron testigos del proceso médico y humano que enfrentaron ambas niñas desde que fueron diagnosticadas a muy corta edad.
Kathia C.A., natural de Huánuco, ingresó al hospital por emergencia el 11 de abril de 2017, cuando apenas tenía cuatro años. Su ingreso fue motivado por signos preocupantes: tenía la hemoglobina en 6 y las plaquetas peligrosamente bajas. Pocos meses después, llegó Alexandra, procedente de Tumbes, con solo dos años de edad. Su cuadro incluía vómitos, fiebre persistente, palidez extrema y una anemia severa. Ambos casos fueron diagnosticados con leucemia linfoblástica aguda, una forma agresiva de cáncer a la sangre común en la infancia.

Desde entonces, las dos menores iniciaron un largo camino de quimioterapias, controles, ingresos hospitalarios y complicaciones médicas. El tratamiento, cubierto por el Seguro Integral de Salud (SIS), fue proporcionado de forma gratuita por el INSN San Borja, uno de los centros pediátricos más importantes del país en atención especializada contra el cáncer infantil.
Durante casi tres años consecutivos, las niñas recibieron tratamiento para frenar el avance del cáncer. Sin embargo, el camino no estuvo libre de obstáculos. En 2018, la salud de Kathia se complicó gravemente cuando contrajo varicela. La infección debilitó su sistema inmunológico, ya de por sí afectado por la leucemia y las terapias agresivas. Su madre, Dalma Ambicho, recuerda esa etapa con dolor, pero también con esperanza: “Fueron años muy duros. Con la varicela se le bajaron las defensas y se puso muy grave. Pero Dios escuchó mis oraciones y ahora ella es un milagro porque me la devolvió sana”.
Ambas niñas, consideradas ahora sobrevivientes del cáncer, recibieron un diploma de reconocimiento por su valentía. El hospital organizó una pequeña pero significativa ceremonia para que pudieran tocar la simbólica «campana de la victoria», un rito habitual en instituciones oncológicas de todo el mundo para señalar el fin del tratamiento y el inicio de una nueva etapa.

La ceremonia estuvo marcada por las emociones. Los profesionales de la salud, que acompañaron a las pacientes y sus familias durante todo este tiempo, no pudieron contener las lágrimas. La directora general del INSN San Borja, Dra. Zulema Tomás Gonzales, expresó con orgullo: “Para nosotros es una alegría que dos niñas regresen a sus casas. Ellas son un ejemplo de lucha y resiliencia. Agradezco al personal de salud que trabaja arduamente por sacar adelante a estos niños que luchan contra el cáncer”.
Además, como parte de la sorpresa, tres integrantes del club de vóley de Universitario de Deportes —Mirian Patiño, Coraima Gómez y Angélica Bustamante— se sumaron a la celebración para compartir un momento con las niñas. Ellas no solo les entregaron obsequios, sino también palabras de admiración y aliento. Para Mirian Patiño, la experiencia fue profundamente conmovedora: “Ver su fuerza y lo que han soportado siendo tan pequeñas me deja sin palabras. Son unas verdaderas guerreras”.
Actualmente, el INSN San Borja continúa siendo un pilar fundamental para el tratamiento de enfermedades oncológicas pediátricas en el Perú. Su labor ha permitido que cientos de niñas y niños tengan una segunda oportunidad, especialmente aquellos provenientes de zonas alejadas del país como Huánuco, Tumbes, Cusco o Puno.
Casos como los de Kathia y Alexandra no solo inspiran al personal médico y a otros pacientes, sino que también subrayan la importancia del acceso equitativo a la salud especializada en contextos de alta vulnerabilidad. Ambas menores regresan ahora a sus hogares, a sus familias, a su escuela y a sus juegos, pero lo hacen como sobrevivientes, como símbolos de una batalla ganada con coraje, medicina y humanidad.
*En la creación de este texto se usaron herramientas de inteligencia artificial.