Roncar no siempre es inofensivo: puede ser un signo de apnea del sueño, un trastorno que compromete seriamente la salud si no se trata. Aprende a identificarlo, diagnosticarlo y actuar a tiempo.

Aunque a menudo se considera un simple problema de pareja, los ronquidos pueden ser algo mucho más serio. Si son persistentes, intensos y están acompañados de pausas en la respiración o un cansancio inexplicable durante el día, podrían estar alertando sobre un trastorno potencialmente peligroso: la apnea del sueño.

Este problema, que interrumpe la respiración repetidamente mientras dormimos, afecta a millones de personas en el mundo y, sin el tratamiento adecuado, puede desencadenar graves consecuencias para la salud cardiovascular, cerebral y metabólica. Y lo más alarmante: muchas personas no saben que la padecen.

“Aunque no todas las personas que roncan tienen apnea, esta condición debe sospecharse cuando los ronquidos se acompañan de pausas respiratorias durante el sueño y somnolencia excesiva durante el día. Esta enfermedad afecta la salud física, mental y social de quiénes la padecen”, advierte el Dr. Daniel Angulo, director de Medicina Humana de la Universidad Norbert Wiener.

¿Qué es la apnea del sueño?

La apnea del sueño es un trastorno respiratorio que provoca pausas involuntarias en la respiración mientras se duerme. Estas pausas pueden durar desde unos pocos segundos hasta más de un minuto y repetirse muchas veces durante la noche, interrumpiendo el ciclo de sueño y reduciendo la oxigenación del cuerpo.

Existen distintos tipos, pero la más común es la apnea obstructiva del sueño, causada por una obstrucción en las vías respiratorias superiores. Las personas con este trastorno suelen no ser conscientes de estas interrupciones, pero sus consecuencias se sienten claramente durante el día.

Síntomas que debes tomar en serio

Uno de los primeros signos de alerta es el ronquido fuerte y frecuente, pero hay otros síntomas importantes que deben hacer sospechar la presencia de apnea del sueño:

  • Pausas en la respiración observadas por otros durante el sueño.
  • Despertares bruscos con sensación de ahogo o jadeo.
  • Somnolencia extrema durante el día, incluso tras dormir aparentemente suficiente.
  • Dolor de cabeza por las mañanas.
  • Problemas de concentración o memoria.
  • Cambios de humor, irritabilidad o depresión sin causa aparente.
  • Sequedad bucal o dolor de garganta al despertar.

Estos síntomas suelen pasarse por alto o atribuirse al estrés, al mal descanso o a la rutina diaria. Sin embargo, cuando son frecuentes, merecen una evaluación médica especializada.

Cómo se diagnostica la apnea

El diagnóstico se realiza mediante un estudio del sueño, conocido como polisomnografía. Este procedimiento, que puede llevarse a cabo en clínicas especializadas o incluso en casa con equipos portátiles, monitorea variables como la actividad cerebral, los movimientos oculares, el ritmo cardíaco, la respiración y los niveles de oxígeno en sangre durante el sueño.

Gracias a esta evaluación, es posible determinar no solo si existe apnea, sino también su gravedad. Esta información es clave para definir el tratamiento más adecuado.

Opciones de tratamiento disponibles

Una vez confirmado el diagnóstico, existen diversas formas de abordar la apnea del sueño. El tratamiento dependerá del tipo y severidad del trastorno, así como de las características individuales del paciente:

1. Terapia con presión positiva continua (CPAP): Es el método más utilizado y eficaz. Consiste en un dispositivo que administra aire a presión constante a través de una mascarilla, evitando el colapso de las vías respiratorias.

2. Dispositivos orales: Son aparatos similares a un protector bucal, diseñados para mantener la mandíbula en una posición que facilite la respiración. Son útiles en casos leves o moderados.

3. Cirugía: En algunos casos, cuando existen obstrucciones anatómicas específicas como amígdalas agrandadas o desviaciones del tabique nasal, se considera la intervención quirúrgica para resolver la causa de fondo.

4. Cambios en el estilo de vida: En muchos casos, modificar ciertos hábitos puede marcar una gran diferencia, especialmente cuando la apnea está relacionada con el sobrepeso o el consumo de sustancias. “Ignorar los síntomas de la apnea del sueño puede tener consecuencias graves para la salud. El tratamiento adecuado no solo mejora la calidad del sueño, sino que también reduce significativamente el riesgo de complicaciones a largo plazo”, recalca el Dr. Daniel Angulo.

¿Se puede prevenir?

Aunque no todos los casos pueden evitarse, sí hay medidas que reducen el riesgo o alivian la intensidad del trastorno:

  • Mantener un peso corporal saludable.
  • Evitar el consumo de alcohol, sobre todo en las noches.
  • No fumar, ya que el tabaco irrita y obstruye las vías respiratorias.
  • Dormir de lado en lugar de boca arriba.
  • Establecer horarios regulares de sueño.
  • Crear un ambiente de descanso tranquilo, oscuro y sin pantallas electrónicas.

Estas recomendaciones no sustituyen el tratamiento médico, pero pueden potenciar sus efectos y mejorar notablemente la calidad del sueño.

Una condición seria, pero tratable

Reconocer que los ronquidos pueden ser más que una molestia sonora es el primer paso para proteger la salud. La apnea del sueño no solo deteriora la calidad de vida, sino que está asociada con un mayor riesgo de hipertensión, enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y diabetes tipo 2.

Por ello, si tú o alguien cercano ronca fuertemente y presenta síntomas como somnolencia diurna o pausas respiratorias durante el sueño, no lo ignores. Consultar a un especialista en medicina del sueño puede marcar una gran diferencia.

La buena noticia es que la apnea es una condición tratable. Con el diagnóstico correcto y el tratamiento adecuado, es posible recuperar un sueño reparador y, con ello, mejorar tanto la salud como el bienestar general.

*En la creación de este texto se usaron herramientas de inteligencia artificial.

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