La comunidad de Puerto Arturo en Madre de Dios se convierte en ejemplo nacional de sostenibilidad gracias al uso responsable de la castaña, con el respaldo técnico del Serfor y una apuesta por los productos con valor agregado que llegarán a las compras públicas.

Entre diciembre y marzo, en el corazón de la Amazonía peruana, ocurre una tradición que trasciende generaciones: la recolección de la castaña amazónica, también conocida como nuez del Brasil. En Puerto Arturo, distrito de Las Piedras, región Madre de Dios, esta actividad no solo representa un sustento económico, sino también una herramienta poderosa para la conservación del bosque.

“Somos más de 30 comuneros los que participamos en la recolección de castañas. Esta actividad la aprendí de mis padres y gracias a ella hemos podido educar a nuestros hijos, alimentar a nuestras familias y construir nuestros hogares”, relata Lita Canelos Canelos, presidenta de la asociación Socios Castañeros de Puerto Arturo. Su testimonio da cuenta de una historia colectiva que mezcla saberes ancestrales, economía familiar y compromiso ambiental.

El impulso de esta práctica ancestral ha encontrado un aliado clave en el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), entidad adscrita al Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), que brinda asistencia técnica y promueve modelos de manejo forestal sostenible. Gracias a esta articulación, hoy la recolección de castaña ha evolucionado más allá de la venta de la materia prima, apostando por la transformación y el valor agregado.

FOTO: Serfor

Del bosque a la mesa escolar

Uno de los avances más relevantes impulsados por el Serfor ha sido la promoción de productos elaborados a partir de castaña amazónica, como la harina de castaña con plátano y bocaditos salados, para ser incorporados en las compras públicas del Estado. Actualmente se trabaja en los proyectos de ficha de homologación para su ingreso al catálogo del Midagri, lo que permitirá su adquisición por parte de gobiernos locales e instituciones educativas.

“El trabajo conjunto entre el Estado, las comunidades y las organizaciones es fundamental para garantizar una producción sostenible y con altos estándares de calidad”, destacó Salvador Márquez Del Río, director de Promoción y Competitividad del Serfor.

Esta iniciativa no solo tiene impacto económico, sino también nutricional. Al integrarse a los programas de alimentación escolar, estos productos permiten mejorar la dieta de niñas y niños en zonas rurales y urbanas, al tiempo que dinamizan la economía de comunidades amazónicas como Puerto Arturo.

Puerto Arturo: una comunidad organizada

La comunidad de Puerto Arturo está conformada por más de 60 familias, de las cuales al menos 30 se dedican de manera activa a la recolección de castaña. Cada socio gestiona un promedio de 33 árboles distribuidos en parcelas de unas 111 hectáreas, lo que garantiza una extracción no intensiva y sostenible.

“Cada árbol produce entre 10 a 50 cocos de castañas. Comenzamos limpiando el área bajo el árbol, luego recogemos los cocos, los abrimos para extraer las castañas con cáscara y llenar las barricas y sacos que luego serán vendidos”, explica nuevamente Lita Canelos. El uso de barricas permite organizar y medir la producción de forma eficiente, al tiempo que se mantienen prácticas tradicionales.

Además, Puerto Arturo trabaja en coordinación con la Asociación Forestal Indígena de Madre de Dios (Afimad), organización que cuenta con certificación orgánica y ha sido clave para fortalecer las capacidades productivas y comerciales de los castañeros.

FOTO: Serfor

Técnica y seguridad en el bosque

La recolección de castaña no es una labor sencilla. Requiere de conocimiento, fuerza física y medidas de seguridad muy específicas. “El árbol de castaña puede alcanzar entre 35 y 50 metros de altura. Desde diciembre empiezan a caer los cocos, por eso usamos cascos. También llevamos grandes cestos en la espalda para recolectar y usamos ‘payanas’, una especie de palo con punta abierta para evitar tocar los cocos directamente, ya que puede haber serpientes u otros animales”, explica Nicolás Vargas Méndez, uno de los castañeros de la comunidad.

El uso de botas de goma para evitar mordeduras de víboras o picaduras de alacranes, así como machetes para abrir los cocos y despejar las zonas de recolección, son elementos fundamentales para una actividad que, aunque tradicional, exige preparación y cuidado.

Estas prácticas, muchas de ellas heredadas de generaciones anteriores, han sido complementadas con el acompañamiento técnico del Serfor, que promueve una gestión forestal que prioriza la sostenibilidad y la trazabilidad de la producción.

Sostenibilidad con rostro humano

Puerto Arturo se ha consolidado como un modelo de manejo sostenible de productos forestales no maderables. Su ejemplo demuestra que es posible cuidar los bosques amazónicos y, al mismo tiempo, mejorar la calidad de vida de quienes los habitan. La apuesta por el valor agregado —con productos que ahora tienen proyección nacional— abre una nueva etapa en la historia de esta comunidad.

La incorporación de estos productos a las compras estatales significa mucho más que acceso a nuevos mercados: es el reconocimiento a una forma de vida que protege el bosque, alimenta a la niñez peruana y sostiene economías familiares con dignidad.

Gracias al trabajo articulado entre el Serfor , organizaciones locales como Afimad y las propias comunidades, la castaña amazónica deja de ser solo un fruto del bosque para convertirse en una oportunidad de desarrollo con identidad amazónica.

*En la creación de este texto se usaron herramientas de inteligencia artificial.

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