Es importante que los usuarios sepan cómo funcionan los algoritmos en espacios como TikTok donde se crean burbujas informativas.

Por Juan Carlos Luján, columnista.

No fue la primera vez que me invitaron a ATV. Pero esta vez, cuando me paré frente a Cinthia Garreta, conductora de Al Día, sentí que esta vez la conversación debía ser didáctica y dirigida a los jóvenes y adultos mayores. El tema era claro y urgente: la desinformación en TikTok y otras redes sociales, y cómo afecta a los usuarios.

Mientras me ajustaban el micrófono, pensé en esos videos virales que parecen inofensivos pero esconden afirmaciones falsas sobre salud, historia o política. Muchos de ellos tienen millones de vistas. ¿Quién los revisa? ¿Quién les dice a los chicos que eso que están viendo es falso o manipulado? ¿Les explican en el colegio?

Lo dije en vivo y lo repito aquí: necesitamos alfabetización digital urgente, tanto en casa como en la escuela. Y no hablo solo de saber usar un celular o descargar una aplicación. Me refiero a formar criterio, a desarrollar el músculo del pensamiento crítico. A aprender a decir: «¿Cómo sé si es verdad? “esto no me cuadra…mejor lo verifico».

La enciclopedia de la improvisación

TikTok es hoy la enciclopedia improvisada de millones de adolescentes y jóvenes. Ahí aprenden cómo aliviar un dolor de cabeza, qué ejercicios hacer para bajar de peso o cuál es la “verdad oculta” detrás de cualquier tema en tendencia. El problema es que, detrás de esos videos aparentemente inocentes, hay algoritmos que refuerzan lo que uno ya cree. Crean las llamadas burbujas informativas, y son peligrosas porque no nos dejan ver más allá de nuestras propias ideas.

Según un informe reciente que analizamos con Cinthia, la desinformación en temas de salud es una de las más virales. Y si no hay una figura adulta —padre, madre, profesor— que ayude a filtrar o contrastar, ese video se convierte en «la verdad».

Y no solo TikTok. Instagram, YouTube, Facebook… todas las plataformas tienen sus propios mecanismos de recomendación. ¿Quién enseña a los chicos a lidiar con eso? ¿A los adultos mayores, que también caen con facilidad en contenidos manipulados?

Hay que saber cómo funciona

“Hoy en día, hay que ser más desconfiados con el tema digital y la inteligencia artificial”, dije en el set de TV. Por eso es clave enseñar cómo funcionan los algoritmos, qué hay detrás del botón de “seguir” o “me gusta”, y por qué vemos lo que vemos. Saber que la IA selecciona lo que aparece en pantalla no es casual; es aprender a conocer cómo funciona.

Verifiquemos. Dudemos. Consultemos varias fuentes. Usemos herramientas como los buscadores inversos, los sitios de fact-checking y, sobre todo, hablemos en casa sobre lo que vemos en redes. Los chicos no necesitan sermones, necesitan conversaciones.

También hablamos con Cinthia del gran potencial que tiene la IA. Sin embargo, también hay riesgos detrás de los contenidos falsos, creíbles y virales que pueden crearse en segundos, clonado voces, imágenes y videos. La misma tecnología que nos ayuda a aprender, puede desinformar.

No se trata de satanizar, sino de enseñar a usar con sentido crítico. De hecho, algunas IA ya ayudan a verificar información, y pueden ser aliadas si se utilizan bien.

Pero ahí está el detalle: el problema no es la herramienta, sino el uso que le damos. Y para usar bien algo, hay que entenderlo.

Tres puntos claves

Salí del canal con una mezcla de esperanza y preocupación. Esperanza porque ya estamos hablando de estos temas en medios masivos. Preocupación porque todavía no hay políticas públicas sólidas que impulsen una verdadera alfabetización digital en el país.

Desde Vida y Futuro queremos insistir en la formación digital crítica desde la escuela, no basta con enseñar Word o PowerPoint, necesitamos programas de pensamiento crítico, verificación de fuentes y ética digital. También es importante la capacitación de los padres de familia y adultos mayores, así como fomentar el uso responsable de la IA, entender cómo funciona y qué puede (o no) hacer. Promover su uso ético desde la ciudadanía.

En un mundo donde la información abunda pero la verdad escasea, ser críticos es la mejor defensa. Y eso no se aprende solo, se enseña, se conversa, se practica desde el colegio, desde casa, desde todos los espacios posibles.

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