La clave para un corazón sano radica en controlar la presión arterial, mantenerse activo, llevar una dieta saludable, dormir bien, manejar el estrés, evitar el tabaco y contar con apoyo social, además de conocer los niveles de lipoproteína A.

En una reciente charla impartida por el Dr. Stephen Kopecky, cardiólogo de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, en la que participó Vida y Futuro, se revelaron datos impactantes sobre la salud cardiovascular y cómo nuestras elecciones diarias tienen un peso mucho mayor que nuestra herencia genética. Según el Dr. Kopecky, «la enfermedad cardíaca se ha convertido en la principal causa de muerte en este planeta», pero lo más interesante es que, aunque la predisposición genética juega un papel, nuestro estilo de vida tiene un impacto mucho más significativo en nuestro riesgo de padecerla.

¿Cómo es esto posible? La respuesta se encuentra en la epigenética, un campo de estudio que explora cómo nuestro entorno y hábitos pueden activar o desactivar ciertos genes. El Dr. Kopecky explica que «si tienes malos genes, tu genética aumenta tu riesgo tal vez en un 40% o 50% de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral. Pero si tienes un mal estilo de vida, sin suficiente ejercicio, comiendo demasiados alimentos ultraprocesados y sodio, entonces tu riesgo aumenta un 400%». Esto significa que nuestros hábitos pueden multiplicar el riesgo de enfermedades cardíacas hasta diez veces más que la genética por sí sola.

El poder de la epigenética

La epigenética nos enseña que un buen estilo de vida puede activar los genes «buenos» y desactivar los «malos», mientras que un estilo de vida perjudicial, con falta de ejercicio, mala alimentación, estrés, tabaquismo y falta de sueño, hace lo contrario. «Cuando tu estilo de vida es bueno, se activan los genes buenos y se desactivan los malos. Cuando tu estilo de vida es malo… entonces los genes malos se activan y los genes buenos se desactivan», afirma el Dr. Kopecky.

La lipoproteína A: un marcador genético a considerar

El Dr. Kopecky también resaltó la importancia de la lipoproteína A, un marcador genético que puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas. «Es una proteína que todos tenemos en nuestra sangre, y es parte de la familia del colesterol, pero también hace otras dos cosas. Entrega colesterol y causa placa. Es muy irritante o inflamatoria, así que rompe la placa en la arteria. Y la tercera cosa que hace es que tiene una molécula de coagulación. Así que coagula la sangre y puede cerrar la arteria». Aproximadamente el 20% de la población mundial tiene niveles elevados de lipoproteína A, una herencia de nuestros ancestros que, aunque en el pasado fue una ventaja para evitar hemorragias, ahora se ha convertido en un factor de riesgo. «La lipoproteína A, todos deben hacerse una prueba una vez en su vida. Si tienes el gen de tu padre, entonces tienes una lipoproteína A alta y, si es alta, debes informar a tus familiares de primer grado», subraya el cardiólogo.

Colesterol: más que solo la dieta

Si bien la alimentación juega un papel importante en nuestros niveles de colesterol, el Dr. Kopecky aclara que «solo alrededor de una cuarta parte de tu colesterol está determinado por cómo comes, aproximadamente tres cuartas partes están determinadas por tus genes». Esto significa que, aunque comamos de forma saludable, si tenemos una predisposición genética al colesterol alto, nuestros niveles pueden mantenerse elevados.

Sin embargo, adoptar un estilo de vida saludable puede reducir el riesgo de un ataque cardíaco o un derrame cerebral en un 80%, incluso si el colesterol sigue alto. «La gente que practica un estilo de vida saludable necesita entender que cuando se extraigan sangre, el colesterol todavía estará alto, pero eso no significa que su riesgo no se vea afectado de manera positiva».

Diferencias entre hombres y mujeres

El Dr. Kopecky también señaló diferencias importantes entre hombres y mujeres en cuanto al desarrollo de enfermedades cardíacas. «Las mujeres desarrollan enfermedades cardíacas 10 años más tarde que los hombres. Mientras que el riesgo de un hombre comienza a aumentar en sus 40 y 50 años, el de una mujer realmente es más en sus 60 y 70».

Esto podría deberse a los cambios hormonales que experimentan las mujeres durante la menopausia. Además, las mujeres son más propensas a sufrir el síndrome del corazón roto, una condición donde el corazón no bombea adecuadamente, generalmente desencadenada por un evento estresante.

Stephen Kopecky, cardiólogo en Mayo Clinic. FOTO: MAYO CLINIC ,

Recomendaciones clave para un corazón sano

El Dr. Kopecky ofrece una serie de recomendaciones basadas en la evidencia científica para mantener un corazón saludable. Entre ellas destacan:

  • Controlar la presión arterial: La presión arterial alta es el factor de riesgo número uno en todo el mundo. Se recomienda tener un tensiómetro en casa y medirla regularmente.
  • Mantenerse activo físicamente: No es necesario pasar horas en el gimnasio; los intervalos de ejercicio de alta intensidad son más efectivos para reducir la presión arterial y mejorar otros factores de riesgo. «Hacer intervalos, donde vas más fuerte por, digamos, 60 segundos, dos minutos como máximo una vez que calientas, bajará la presión arterial más que la misma cantidad de energía gastada caminando».
  • Llevar una dieta saludable: Priorizar alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras, legumbres y granos integrales, y evitar los alimentos ultraprocesados y altos en sodio. «Lo ideal es comer mucha fibra… Los alimentos que tienen fibra, como los granos integrales, frutas, verduras, legumbres, son muy beneficiosos». Se recomienda moderar el consumo de carne roja a unas pocas onzas al día y evitar las carnes procesadas.
  • Dormir bien: Mantener el ambiente fresco, oscuro y silencioso al dormir y evitar el uso del teléfono móvil antes de acostarse. El Dr. Kopecky explica que él pone una alarma pero para irse a dormir, no para despertarse. «Mi alarma es para irme a dormir. Me dice que es hora de empezar mi rutina de sueño, donde empiezo a relajarme, a calmarme y a enfriarme para poder dormir. Y no pongo una alarma para despertar, solo me despierto solo».
  • Manejar el estrés: Tomarse tiempo para relajarse y meditar durante el día es fundamental para reducir los niveles de estrés.
  • Evitar el tabaco: El tabaquismo es un factor de riesgo importante, incluso el humo de segunda mano puede aumentar el riesgo de ataque cardíaco.
  • Contar con apoyo social: Tener personas que se preocupen por nosotros es crucial para la salud cardiovascular. Según el Dr. Kopecky, un estudio mostró que «si la respuesta a la pregunta ‘¿a alguien le importa si estás vivo?’ era no, su riesgo de morir por ese ataque cardíaco se triplicaba».

Otros factores de riesgo y mitos

El Dr. Kopecky también abordó otros factores de riesgo, como la contaminación y el ruido, que pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas. Además, desmintió algunos mitos, como la idea de que las personas con antecedentes familiares de enfermedades cardíacas no pueden hacer deporte. «Aquellas personas que tienen un músculo cardíaco engrosado… son las que pueden morir repentinamente y esas son las que no queremos que hagan trabajo pesado», explica, pero agrega que las demás personas con enfermedades cardíacas pueden hacer actividad física siempre y cuando controlen su condición.

Suplementos y vitaminas: un complemento, no un reemplazo

En cuanto a los suplementos y vitaminas, el Dr. Kopecky señala que no existe una «píldora mágica» que reemplace un estilo de vida saludable. Sin embargo, algunos suplementos como la fibra soluble (avena, psilio y cebada) pueden ser beneficiosos, así como el aceite de pescado, aunque sus efectos pueden variar.

La importancia de la prevención

El Dr. Kopecky enfatiza la importancia de la prevención, pues «si queremos reducir las posibilidades de morir, tenemos que prevenir que ocurra la enfermedad». Las intervenciones médicas, como las angioplastias o los bypass, solo salvan un 20% de vidas, mientras que la prevención a través de cambios en el estilo de vida es mucho más efectiva.

El mensaje final del Dr. Kopecky es claro: nunca es demasiado tarde para comenzar a mejorar la salud y pequeños cambios en los hábitos pueden generar grandes resultados. No existe un cambio demasiado pequeño que no pueda ayudar a mejorar la salud.

Foto principal: Rui Dias