¿Son las redes sociales una plataforma efectiva para comunicar ciencia? Vida y Futuro conversó con Alejandra Ruiz León, bioquímica y máster en Comunicación Científica. Ella administra Mitocondria CC, una cuenta de Instagram desde donde comparte conocimientos sobre ciencia a una comunidad de más de 20.000 seguidores y que, semana a semana, sigue creciendo.

El universo es el laboratorio más grande de la ciencia”. Con esa frase se presenta Alejandra Ruiz León en su cuenta de Instagram, aunque para sus seguidores es Mitocondria.CC. Ella se ha convertido en uno de los referentes de la comunicación científica del Perú en redes sociales. Sobre todo durante esta pandemia, se ha dedicado a explicar y a aclarar conceptos importantes para entender mejor a lo que nos estamos enfrentando. Y todo, desde una red social que está diseñada para mostrar estilos de vida. “Dicen que sirve para mostrar mensajes en buena onda, un estilo de vida. Para mí eso es la ciencia, por eso es perfecta para contarla por Instagram”, se adelanta.

La cuenta de Alejandra se encuentra cerca de los 21.000 seguidores.

Pero no solo prepara posts explicativos, también publica historias muy bien elaboradas, videos, recomendaciones, etc. Y lo más importante: todo lo que menciona está fundamentado en información comprobable, a la cual te brinda acceso. Todo lo hace mientras estudia su doctorado en Historia de la Ciencia en el Instituto de Tecnología de Georgia (Georgia Tech), en Atlanta (EE.UU.). Además, esta semana acaba de publicar -junto con Gisella Orjeda y Mateo Prochazka- el libro “A ciencia cierta: miradas científicas para comprender la pandemia“.

¿Cómo te decides por la comunicación de la ciencia?

Soy bioquímica, pero apenas terminé hice un máster en Comunicación Científica, porque me encantaba la comunicación. Me encanta la ciencia, pero no desde el laboratorio. Empecé a trabajar en temas de comunicación y ahora estoy estudiando sobre los museos de ciencia, que es una manera de popularización.

¿Cómo optas por usar las redes sociales para este fin?

Por varios años trabajé en comunicación científica institucional, en universidades o proyectos educativos. Nunca de cara al público en general. Una amiga –María José, de La Majopedia– me contó que le hacían bastantes preguntas de ciencia y me recomendó crearme una cuenta de Instagram, porque hay un vacío de información de ese tipo ahí. Y como Instagram es la red social que más uso, me pareció natural empezar ahí. Reconozco que YouTube puede ser un canal excelente para las historias de ciencia, porque puedes explicar algo en unos ocho minutos, con dedicación exclusiva de quien decidió darle play al video. Pero el reto en Instagram es que la información aparece de manera desordenada: están las historias, los posts que aparecen sin un orden aparente. Para la ciencia, Instagram puede ser un poco aleatorio porque así como puedes encontrarte con quien te cuenta sobre viajes o de maquillaje, de pronto te sale una cuenta que te dice cuál es la definición de célula.

¿Entonces Instagram es complicado para este objetivo?

Es una plataforma super buena para compartir una historia linda con un montón de imágenes. Yo creo que la ciencia es una historia linda con un montón de imágenes. Instagram es una red social de buena onda, que muestra un estilo de vida. Para mí eso es la ciencia y por eso es perfecta para Instagram.

Se nota que en tus posteos hay bastante elaboración…

Son producidos, pero todo lo hago en Instagram, porque mientras menos herramientas tengas puedes ser mucho más creativo. Yo sé editar videos, pero me demoraría un montón. Probablemente lo haga en el futuro. Ahora, también hay un montón de gente que me sigue que no consume ciencias. En YouTube tal vez me seguiría más gente, porque hay un público que busca ese tipo de contenido. Por eso hay un montón de videos muy buenos en YouTube, pero mucho de ese contenido no llega a Instagram.

¿Usas otras redes sociales?

Acabo de pasar a Twitter. Me insisten con que ponga los contenidos también en Facebook, porque así pueden reenviarlo a otros contactos que no tienen cuenta en Instagram. Pero no es que esté generando contenido exclusivo para estas otras dos plataformas.

Con la pandemia has ganado bastantes seguidores. Eres una influencer de moda…

Ahora tengo unos 19.000 seguidores [N. de R.: al momento de publicar esta nota, ya contaba con más de 20.900 seguidores]. Pero en realidad solo me fijo cuando alcanzo un número capicúa. Con el coronavirus más gente ha entrado a mi perfil, para dialogar sobre la información que genero. Creo que ya alcancé la categoría de microinfluencer. Mientras más gente hay, es más complicado conectar con las audiencias… aunque tampoco hay tantas cuentas de ciencia. En EE.UU. lo que hay son cuentas de científicos que comparten su día a día. Estas cuentas las recomiendo, por ejemplo, para alguien que esté pensando hacer un doctorado. Puedes seguir a quien ya lo esté haciendo, en la especialidad que quieres, y así podrás ver por las cosas que tiene que pasar. Hay muchos youtubers científicos que tienen cuenta en Instagram, pero solo la usan como gancho para que vayan a sus canales de videos. Como yo consumo mucho Instagram, me gustaría que haya más contenido ahí.

¿Qué necesita alguien que quiera empezar a usar las redes para hacer divulgación científica?

Tener ganas de contar historias. Si se trata de científicos, deberían aprovecharlas para contar cómo van sus investigadores, sobre todo si estas son financiadas con fondos públicos. Lo que recomiendo en esos casos es contar las diferentes partes del proceso y no solo los resultados finales. Muchas personas no saben cómo funciona la ciencia, qué técnicas se usan. Se puede entender más y mejor si se conoce cómo fue un proceso. Por ejemplo, cuando empezó lo del coronavirus me tomé una semana para explicar qué es una célula, qué son los virus, etc. Tuve que explicar conceptos básicos, explicar procesos.

Otro consejo es contar una sola idea por vez. Cuando dominamos mucho un tema queremos contarlo todo, pero lo mejor es ir con una sola idea y contarla de muchas formas. Por ahí podemos encontrar otros datos que sumen a la explicación de esa idea. Por ejemplo, hice unas publicaciones para explicar los diferentes tipos de coronavirus, las mutaciones. Mi idea era que la gente entienda, luego de ver esas historias, que el virus muta y por eso hay distintos coronavirus. La clave es tener bien en claro qué cosa es lo que quiero que mi audiencia recuerde.

Cinco recomendaciones para iniciarse en la comunicación de la ciencia

  1. Tener ganas de contar historias.
  2. Considerar que hay algo importante para contar.
  3. Aprovechar y detallar el proceso de una investigación.
  4. Concentrarse en una idea y explicarla detalladamente, para que quede en claro.
  5. No tenerle miedo a la plataforma, mucho menos si es la que uno suele utilizar.

Hay quienes creen que tus publicaciones se hacen en poco tiempo…

La clave es empezar en esto cuando se cuente con un poquito más de tiempo. Muchos amigos míos que son científicos y están cansados del doctorado, piensan que incursionar en la comunicación va a ser un relajo. Tengo algunos amigos comunicadores que empezaron así y en el máster que hice había un montón de doctorandos frustrados por lo que encontraron. Hay que invertir mucho tiempo, sobre todo al inicio. Se tienen que ir afinando cosas rápido y usar la plataforma que más te guste. Hay quienes piensan tener una web, un canal de YouTube, Facebook, Instagram, Twitter… eso es un montón de esfuerzo. Si lo tuyo es escribir, entonces empieza un blog. Si aún así te parece complicado, escribe un Google Docs, copias el enlace y lo compartes por la red social que más uses. La clave es empezar por lo que más te gusta, lo que más conoces. Así hasta coger impulso, pero no es imprescindible estar en todas las plataformas.

¿Crees que la idea que se mantiene sobre lo que es un científico es lo que sigue alejando a la gente de la ciencia?

Eso del científico aislado, con bata blanca y demás es un constructo social. Una idea que los mismos científicos han empujado también, pues se benefician de esta y no la quieren quebrar. Es como una torre de marfil, con los sabios arriba y el resto abajo. Es un tipo de idea que ayuda a los científicos a valorizarse, y como la academia también se beneficia de esto es que les encanta. Hay que considerar que para una carrera científica son, como mínimo, 15 años de estudios intensos. Entonces, todo ese esfuerzo se quiere ver reflejado en algún tipo de posición social. Si dices que eres científico mucha gente asume que eres inteligente. Puede que no lo seas, que lo seas pero solo en tu campo, o hasta solo tener buena memoria, surcar una carrera y no tener ninguna herramienta de comunicación, de manejo de personas. 

Otro de los principales problemas es que en los estudios de pregrado no se prepara a los científicos para lo que es hacer ciencia hoy en día: pasarse la jornada preparando convocatorias, asistiendo a congresos, hablando con la prensa, con los donantes. Esa idea de que estoy en mi laboratorio solo, trabajando, es lo más alejado hoy de la realidad. Y, bueno, si estás solo en el laboratorio es, probablemente, muy tarde por la noche, cuando encontraste el único espacio disponible para estar en paz y avanzar con tu investigación.

Seis recomendaciones finales

  1. Pensar siempre en la parte de la investigación que quieres compartir.
  2. Si es una idea muy compleja, empezar explicando los conceptos básicos.
  3. Recuerda que esto es una conversación. Debes conversar con tu audiencia, pensar quién está al otro lado.
  4. El conocimiento no es algo etéreo. Siempre hay que aterrizar conceptos a lo cotidiano.
  5. No hay que apuntar a todos los públicos. No hay que estar en todas las plataformas. Hay que pensar en hacer comunidad. Revisar el punto 3.
  6. Convertirse en un puente entre la sociedad y la ciencia. No comunicar desde una torre.